Volver a empezar


No sé en qué momento los humanos empezaron a medir el tiempo. A darse cuenta de cuánto duraba un día, de cuánto tardaba la luna en alumbrarse por partes y oscurecerse de la misma manera para luego volver a empezar. En ese punto el tiempo se volvió una herramienta, quiso sernos útil. Y cuando se sintió necesario, poderoso, implacable, nos hizo sus esclavos. 

Pero, ¿tendría el tiempo la capacidad suficiente para esclavizar una raza entera? ¿Existiría en su paso inexorable la sed de venganza que tanto le adjudicamos bajo la forma de "justicia divina", "karma" o cualquier otro nombre que signifique algo parecido? ¿Cuántas teras tendrá de memoria para acordarse de cada pequeñez que hace un humano? ¿O será simplemente un pasajero permanente de un tren que no se detiene nunca, convirtiéndose en testigo involuntario de todos los seres que se suben y se bajan, que nacen cuando lo miran y mueren cuando lo pierden de vista? ¿Será que el tiempo está vivo, siente, piensa y espera como nosotros o es simplemente una corriente inerte?

¿Y qué pasaría si se descubriera que fue al revés? Que los humanos cuando sentimos que podíamos comprenderlo quisimos esclavizarlo, embutirlo en un reloj, encasillarlo en los cuadritos de un calendario, poniéndole por nombre una cifra tan poco amable como 365 que de vez en cuando es 366 pero siempre es 52; que lo forzamos a correr más rápido cada vez para saciar nuestra sed de vértigo, para sentir que tenemos el control y que en un pedacito de él logramos "dominar" algo: un territorio, un tema, un instrumento, un corazón; que podíamos hacer que se acomodara a nuestra voluntad para rendir más al decirle sin tregua que "nunca alcanza para nada", que "se pasa rápido", que "lo bueno no dura".

El ciclo vuelve a empezar casi tan seguido como empiezan los días ahora que mi corazón está por completo nadando entre amor y canciones. Ya no hay una corriente que me arrastre haciendo lo mismo una y otra vez con la excusa de llamarlo experiencia; con el ánimo de sumar y sumar años de constancia y experticia. No saber por dónde empezar agobia tanto como un ciclo sin fin. Confieso que el vértigo de la repetición se hace adictivo y a veces me siento perdida sin ese remolino sin pausa, pero entiendo que no se puede forzar una canción a nacer y que no puedo esconderme detrás del fogón esperando que otro lleve la comida: el multitasking se hace indispensable para crear, para compartir, para comunicar. También entiendo ahora que no hay deshonra en volver a empezar tantas veces como sea necesario. No hay que pasar por encima de nadie, pero tampoco hay que pasar por encima de uno mismo, su esencia, su anhelo de ser quien realmente es. ¿Y si somos el resumen de todos los caminos que hemos recorrido? Maravilloso, no tenemos que escoger ser una única cosa, es tan absurdo como escoger comer solamente tomates por el resto de nuestra existencia. Nuestros seres se nutren de tantas cosas diferentes, pero obligamos a nuestra alma a encontrar deleite en una única actividad, en un único círculo social, en un único lugar. 

He probado muchas maneras, y a menudo ese espíritu de hacerse invisible detrás del fogón se apodera de mí. No sé cuántas veces más aparezca y desaparezca en estas letras como un acto de magia, ni sé cuántas veces volver a empezar no sea más que ver lo mismo con ojos nuevos. No sé cuántas veces más deba volver a empezar, lo bueno es que ya sé en qué camino quiero hacerlo y sé que no quiero hacerlo sola, quiero hacerlo con ustedes que me leen, con ustedes que escuchan mis canciones, que las cantan conmigo, que me conocen, que me acunan en un pedacito de su alma cuando necesito abrigo. 

Comentarios

  1. Gracias por este texto

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    1. ¡Con gusto! Gracias a ti por leer.

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  2. El tiempo es un fenómeno absurdo, nuestras conciencias nos obligan de una u otra manera, en cualquier periodo de nuestros ciclo a prestarle atención. Es interesante la manera en la que lo abordas, inclusive lo mencionas, ¡que se entere de lo que me hace sentir a su paso, pero que también él lo sienta, la culpa!.
    Somos seres de costumbre y el tiempo es un compañero omniciente, solo observa como cambio a su paso, pero no solo en la precipitación a la vejez sino de mis actitudes hacia y lo demás.

    Muchas gracias por la publicación.

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    1. Waaaah, tú también deberías tener un blog. Cada palabra cae en su lugar con contundencia pero sin brusquedad. Gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar compartiendo tu percepción. Abrazo!

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