Reminiscencias y augurios
Al Padre Oscar Javier Mantilla
Hoy cuando quería darte tanto, hoy cuando quería llenar tu día de alegría y emociones no pude más que, en mi disminuida opulencia, darte lo mejor que tenía para entregarte: mi voz, y tus galletas.
Muchos años aparecieron frente a mí con la luz los recuerdos vívidos, de sonidos entre sombras, de risas ahogadas y canciones a dúo mientras arreglábamos el salón o hacíamos el pesebre, mientras llegaba acompañada de un señor en bicicleta que traía el aserrín para la iglesia. Días y noches pintando icopor con los colores de las tardes doradas como las almojábanas, caminando con el sol como guía y las lloviznas como sombra, buscando un helado de cerezas amarena entre los cerros envueltos en aromas de pinos y eucaliptos.
Hoy, cuando además de pastor te has convertido en un onagro en todo el sentido de la palabra, me cuesta dejar de lado la huella del aventurero situando en su lugar la del guerrero, me es difícil descifrar ese equilibrio entre nobleza y franqueza que ahora posees. Hoy, cuando quisiera poder decirte todo lo que has podido leer entre líneas en tantos años y en mis ojos, hoy que me dieron lugar entre tu linaje y cuando la voz se me quiebra de satisfacción como si fuera tu hermana de sangre, como si el logro hubiera sido mío, como si hubiera tenido mérito alguno para merecer presenciarlo y vivirlo todo junto a ti, hoy que la espera se ha acabado para ti, has hecho sin saberlo que la mía también llegue a su fin. Hay un alma feliz con tus victorias: nos ha llegado hoy el comienzo de la gloria.
Quisiera decirte que será fácil, pero ambos sabemos en secreto la verdad. En todo caso, aunque no haya podido darte más que fortaleza, aunque no haya podido colmarte de riquezas, junto a ti siempre tendrás mi presencia, mi esencia, mi amistad, mi hermandad, siempre llenas de mi voz, y tus galletas.
jaja me has hecho recordar, reir y vibrar; me has paseado por la historia, nuestra historia... me has hecho anhelar volver a construir pesebres juntos, y dar gracias a Dios y a la vida por presentarnos... un abrazo desde el alma, inmerso en letargo de tu voz que aún resuena para mi... te quiero mucho...no lo olvides nunca
ResponderEliminarEso sí no es sino que digas y volvemos a pintar icopores y a hacerle ojitos al señor del aserrín para que me ayude! :D Yo también te quiero mucho... te quiero con todo el corazón como mi hermano. Que Dios proteja y multiplique todo cuando ha puesto y pondrá en tus manos.
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