La llama de la vida


En la vida hay tiempos en que la llama de la vida se enciende y brilla con tanta fuerza que puede hasta quemar a los demás. Y hay tiempos que esa llama pareciera apagarse como la de las velas que se consumen el día de las velitas en navidad: luz efímera, tibieza esperanzadora que no dura más que una noche.

¿Cuántas tibiezas han calentado nuestras noches, cuántas lucecitas fugaces han iluminado nuestros días para después dejarnos sumidos en la desesperación de su ausencia? Es fácil decirle a alguien que sólo viva el día si lo más difícil es sobrevivir a la noche y su negra guía. 

¿Cuántos días de sol brillante han pasado en blanco y negro ante nuestros ojos porque la vida perdió su color? Y aún así, seguimos caminando, seguimos creyendo y, cuando la tormenta ha pasado, incluso nos atrevemos a ir más allá y seguimos soñando. 

Seguimos soñando mientras nos abrimos paso entre el progreso y la miseria, entre la vida que soñamos y la vida que le roban a los valientes que se atreven a intentar llevar educación y cultura (y con ello el progreso) a otras personas que también tienen derecho a saber y a vivir dignamente. Seguimos soñando y también cediendo a la procrastinación porque no hacer es más inteligente que hacer y no volver a ser visto con vida. Porque no tomar acción nos permite seguir poniendo la responsabilidad en otras manos que no sean las nuestras. 

Admiro a quienes le cantan directamente a la injusticia: yo aún me escondo detrás de las canciones valientes de mis amigos. Admiro a quienes retratan la realidad: yo aún le cierro los ojos porque "ojos que no ven, corazón que no siente". Admiro a quienes escriben, investigan, viajan y se esmeran por rescatar las memorias de nuestro pueblo: yo creí haber nacido sin historia y recién comienzo a recorrer el camino para mantener viva la memoria de los pocos ancestros de los que tengo conocimiento. Tengo miedo de que llama que la historia de mi linaje arroje sobre mí sea tanta me queme.

Pero quiero cantar. Quiero ver. Quiero escribir, investigar, viajar, tener memoria. Si lo hago, se encenderá en mí con fuerza la llama de la vida y tendré una luz infinita y un calor suficiente para seguir viviendo y para seguir soñando.


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