Maestro Chente
Chente, maestro a la distancia desde un país vecino:
No tengo palabras suficientes, no para un hombre de tu ángel, de tu carisma, de tu constancia o tu sabiduría, y sé que si es una pérdida amarga para mí, que jamás tuve el placer de conocerte frente a frente, para quienes te rodean ha de ser aún más duro, y al mismo tiempo, mucho más alegre, porque tienen la certeza del lugar maravilloso en el que ahora te encuentras.
Encontraste el amor antes de volar hacia otros cielos, y me hiciste cómplice de ello mostrándome fotos de los dos y preguntándome qué pensaba de la mujer a la que amabas, a lo que siempre respondí con sinceridad que sería ella y no otra la que estuvera contigo hasta el final, sin pensar que ese final llegaría tan inesperadamente. Te respondía diciéndote que ambos podían ver lo sagrado en el otro, que tú podías ver la mujer de sol que había en sus ojos y que ella podía ver el hombre de luna roja que llevabas dentro. Te dije que habría cosas por pasar, pero que lo lograrían todo, porque era evidente que tenían la voluntad y todo lo necesario para hacerlo. Te lo dije antes que enfermaras y sin saber, las palabras de alguien que simplemente hablaba de lo que podía ver, se convirtieron en premonición.
Eres mi maestro, mi inspiración de cómo quiero ser, de quién quiero llegar a ser. Hay quienes dirán que esperan que Dios te perdone tus errores y que los ángeles te guíen hacia el paraíso de amor, comprensión e igualdad que soñabas, pero eso simplemente no es posible porque no hubo error, no hay errores en un ángel de luz, que lejos de necesitar otros ángeles que lo guíen, lo que siempre quiso fue muchos compañeros que caminaran a su lado, no delante ni detrás, pero era inevitable tener un séquito a tus espaldas, entre cuyos discípulos puedo contarme, y mi signo particular fue cortar mi cabello para sellar el trato, para rendirte honor pudiéndo mostrártelo. Y las historias que quedaron pendientes seguro podremos contártelas en alguno de los "comenzar de nuevo" que tanto te gustan.
Tu espíritu era demasiado grande para tu ligero cuerpo, que si bien fue una herramienta excepcional, tuvo que transformarse de nuevo en universo para que tu alma encontrara la libertad oculta en su grandeza. A la vida le gusta quedarse siempre con lo mejor y decidió llevarte consigo para siempre a donde realmente mereces estar ahora, donde tu sonrisa franca y sincera y tu música sigan siendo la clave. Aquí el camino está recorrido y aunque no hay nada que te ate, el lazo de amor con tu princesa y con todos tus amigos es ya eterno como nuestro agradecimiento y nuestra admiración. Sigue brillando, Chente. Ya no hay nada que te lo impida. Sigue siempre adelante, maestro, que nosotros encontraremos el camino correcto a la sombra de tus eternos destellos.
No tengo palabras suficientes, no para un hombre de tu ángel, de tu carisma, de tu constancia o tu sabiduría, y sé que si es una pérdida amarga para mí, que jamás tuve el placer de conocerte frente a frente, para quienes te rodean ha de ser aún más duro, y al mismo tiempo, mucho más alegre, porque tienen la certeza del lugar maravilloso en el que ahora te encuentras.
Encontraste el amor antes de volar hacia otros cielos, y me hiciste cómplice de ello mostrándome fotos de los dos y preguntándome qué pensaba de la mujer a la que amabas, a lo que siempre respondí con sinceridad que sería ella y no otra la que estuvera contigo hasta el final, sin pensar que ese final llegaría tan inesperadamente. Te respondía diciéndote que ambos podían ver lo sagrado en el otro, que tú podías ver la mujer de sol que había en sus ojos y que ella podía ver el hombre de luna roja que llevabas dentro. Te dije que habría cosas por pasar, pero que lo lograrían todo, porque era evidente que tenían la voluntad y todo lo necesario para hacerlo. Te lo dije antes que enfermaras y sin saber, las palabras de alguien que simplemente hablaba de lo que podía ver, se convirtieron en premonición.
Eres mi maestro, mi inspiración de cómo quiero ser, de quién quiero llegar a ser. Hay quienes dirán que esperan que Dios te perdone tus errores y que los ángeles te guíen hacia el paraíso de amor, comprensión e igualdad que soñabas, pero eso simplemente no es posible porque no hubo error, no hay errores en un ángel de luz, que lejos de necesitar otros ángeles que lo guíen, lo que siempre quiso fue muchos compañeros que caminaran a su lado, no delante ni detrás, pero era inevitable tener un séquito a tus espaldas, entre cuyos discípulos puedo contarme, y mi signo particular fue cortar mi cabello para sellar el trato, para rendirte honor pudiéndo mostrártelo. Y las historias que quedaron pendientes seguro podremos contártelas en alguno de los "comenzar de nuevo" que tanto te gustan.
Tu espíritu era demasiado grande para tu ligero cuerpo, que si bien fue una herramienta excepcional, tuvo que transformarse de nuevo en universo para que tu alma encontrara la libertad oculta en su grandeza. A la vida le gusta quedarse siempre con lo mejor y decidió llevarte consigo para siempre a donde realmente mereces estar ahora, donde tu sonrisa franca y sincera y tu música sigan siendo la clave. Aquí el camino está recorrido y aunque no hay nada que te ate, el lazo de amor con tu princesa y con todos tus amigos es ya eterno como nuestro agradecimiento y nuestra admiración. Sigue brillando, Chente. Ya no hay nada que te lo impida. Sigue siempre adelante, maestro, que nosotros encontraremos el camino correcto a la sombra de tus eternos destellos.
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