Mujer inspiradora
Habiéndome dedicado silenciosamente a observarme y a observar lo que me rodea y aún a riesgo de parecer una soñadora, o una traidora, me atrevo a decir que hay alguien que, sin saberlo, me ha mostrado que el sentimiento de hermandad entre seres de diferentes ideologías, creencias, religión o ideas es perfectamente posible, especialmente entre mujeres (que solemos vivir en una rivalidad constante con las demás, criticando sus vestimentas, sus elecciones, sus posesiones, etc).
En casi toda existencia humana llega el momento en que se atesora todo, sin ver si es útil, bueno, justo, constructivo o necesario. Incluso la necedad ha llegado a nublar nuestro instinto, nuestros ojos y nuestro corazón con tanta contundencia que creemos que el rencor es necesario para que no nos lastimen más, que es necesario atesorar el odio para darle sentido a la existencia por medio de una lucha eterna de la que la contraparte no tiene ni la menor idea. Hay un punto en que se atesoran horas de soledad, sollozos húmedos de lágrimas colmadas de desesperanza, aromas de despedidas, reflejos vítreos de paisajes que nunca más habrán de ver nuestros ojos. Siempre hay un punto en que pesa más lo malo que lo bueno, y simplemente porque nunca nos dimos la oportunidad de entender que lo malo no lo era, que no era más que una nueva oportunidad para crecer.
Aún así, hay un punto en que muchos tenemos la dicha de entender lo absurdo de compararnos constantemente con seres de inteligencia, calidad, carisma, belleza y riqueza similares y en vez de apropiarnos de una envidia que nos roba más de lo que nos da, entendemos que es sano alegrarse con los demás de sus alegrías, que está bien pedir que nos enseñen en vez de envidiar los saberes de otro, que es sumamente interesante compartir. Yo me niego a dejar de buscar lo bueno que hay en cada ser, y esa búsqueda me ha llevado a encontrar tesoros inimaginables que se hacen más grandes entre más se comparten. Esa búsqueda me ha llevado a hacerme una con todo cuanto hay, con todo cuanto me rodea: hermana de toda la existencia, de la dicha y el gozo de una sonrisa franca y honesta, del brillo de unos ojos que muestran un alma llena de luz.
Por eso, aunque apenas te haya visto una vez y todo lo que respalde mis palabras sea lo que puedo ver como seguidora, siento que es momento para agradecerte porque a pesar de ser tan sustancialmente diferentes, haces sentir que es posible la hermandad entre mujeres de credo y seguro de objetivos diferentes. Quiero agradecerte porque tú y todo cuanto haces inspira a más, a encontrar la dicha, a perseguirla, y luego a darse cuenta que estaba con uno desde siempre. Y en ti le agradezco a cada mujer que se ha cruzado amorosamente en mi camino, porque todas, así como cada hombre, cada niño, cada día, cada planta, cada animal, han dejado su huella inspiradora en un destino en construcción. Gracias porque es tu mirada franca y honesta, sumada a tu alma llena de luz que se muestra en el brillo de tus ojos, lo que hace sentir que no importa más que seguir el corazón y hacerse hermana de todas con nobleza sincera, hacerse hermana de todos con respeto. Porque tu valentía colombiana se evidencia al ser musulmana en una patria que a veces no comprende, pero que día con día se interesa más por entender a los otros en vez de atacarlos. Porque tú, mujer genuina que silenciosamente tejes animalitos y diseñas con calidad, quien se emociona con cada aprendizaje, quien ha aprendido a compartir con sus hermanas, eres hoy la inspiración de una mujer que también quiere tejer animalitos, que está aprendiendo a diseñar su propia vida, que está aprendiendo a ser valiente, de una mujer que está haciéndose hermana de sus semejantes y que está dispuesta a dar y a recibir amorosamente tanto como sea posible. Tú, Allyson, eres hoy mi inspiración, y seguro seas la de muchas más mujeres emprendedoras, pero soy yo la que se atreve a ponerlo en palabras.
En casi toda existencia humana llega el momento en que se atesora todo, sin ver si es útil, bueno, justo, constructivo o necesario. Incluso la necedad ha llegado a nublar nuestro instinto, nuestros ojos y nuestro corazón con tanta contundencia que creemos que el rencor es necesario para que no nos lastimen más, que es necesario atesorar el odio para darle sentido a la existencia por medio de una lucha eterna de la que la contraparte no tiene ni la menor idea. Hay un punto en que se atesoran horas de soledad, sollozos húmedos de lágrimas colmadas de desesperanza, aromas de despedidas, reflejos vítreos de paisajes que nunca más habrán de ver nuestros ojos. Siempre hay un punto en que pesa más lo malo que lo bueno, y simplemente porque nunca nos dimos la oportunidad de entender que lo malo no lo era, que no era más que una nueva oportunidad para crecer.
Aún así, hay un punto en que muchos tenemos la dicha de entender lo absurdo de compararnos constantemente con seres de inteligencia, calidad, carisma, belleza y riqueza similares y en vez de apropiarnos de una envidia que nos roba más de lo que nos da, entendemos que es sano alegrarse con los demás de sus alegrías, que está bien pedir que nos enseñen en vez de envidiar los saberes de otro, que es sumamente interesante compartir. Yo me niego a dejar de buscar lo bueno que hay en cada ser, y esa búsqueda me ha llevado a encontrar tesoros inimaginables que se hacen más grandes entre más se comparten. Esa búsqueda me ha llevado a hacerme una con todo cuanto hay, con todo cuanto me rodea: hermana de toda la existencia, de la dicha y el gozo de una sonrisa franca y honesta, del brillo de unos ojos que muestran un alma llena de luz.
Por eso, aunque apenas te haya visto una vez y todo lo que respalde mis palabras sea lo que puedo ver como seguidora, siento que es momento para agradecerte porque a pesar de ser tan sustancialmente diferentes, haces sentir que es posible la hermandad entre mujeres de credo y seguro de objetivos diferentes. Quiero agradecerte porque tú y todo cuanto haces inspira a más, a encontrar la dicha, a perseguirla, y luego a darse cuenta que estaba con uno desde siempre. Y en ti le agradezco a cada mujer que se ha cruzado amorosamente en mi camino, porque todas, así como cada hombre, cada niño, cada día, cada planta, cada animal, han dejado su huella inspiradora en un destino en construcción. Gracias porque es tu mirada franca y honesta, sumada a tu alma llena de luz que se muestra en el brillo de tus ojos, lo que hace sentir que no importa más que seguir el corazón y hacerse hermana de todas con nobleza sincera, hacerse hermana de todos con respeto. Porque tu valentía colombiana se evidencia al ser musulmana en una patria que a veces no comprende, pero que día con día se interesa más por entender a los otros en vez de atacarlos. Porque tú, mujer genuina que silenciosamente tejes animalitos y diseñas con calidad, quien se emociona con cada aprendizaje, quien ha aprendido a compartir con sus hermanas, eres hoy la inspiración de una mujer que también quiere tejer animalitos, que está aprendiendo a diseñar su propia vida, que está aprendiendo a ser valiente, de una mujer que está haciéndose hermana de sus semejantes y que está dispuesta a dar y a recibir amorosamente tanto como sea posible. Tú, Allyson, eres hoy mi inspiración, y seguro seas la de muchas más mujeres emprendedoras, pero soy yo la que se atreve a ponerlo en palabras.
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