De vuelta
Siempre nos mostramos orgullosos de nosotros mismos ante los demás, nos mostramos como unos humildes vencedores ante la justicia que nos hacen quienes nos elogian. Pero no todos hemos tenido la valentía de mirar hacia dentro, de ver como muchas veces el imperio de fuera es poco más que ruinas por dentro, de mirar la oscuridad que llevamos escondida detrás del brillo enceguecedor que creemos hacer ver a los demás.
Sin ir muy lejos, ¿cuántos han sido capaces de, estando frente a un espejo, mirarse largamente a los ojos? ¿Quiénes se han tomado el tiempo de detallarse a sí mismos sin la máscara de las vestiduras, del maquillaje, de meter barriga? ¿Quiénes se han tomado la libertad de no afeitarse o depilarse por un tiempo para ver lo que son en otra realidad? Porque el vello también es real, también hace parte de nosotros. ¿O creen que de caer en coma alguien va a estar pendiente de rasurar las piernas de la señorita, las axilas del señor? Hemos aprendido sistemáticamente a quitarnos cosas, y con ello no solo hemos perdido el control de lo que nos quitamos o no, hemos perdido el norte de lo que somos y lo que realmente queremos. Nos quitamos kilos, años, pelos, tiempo, vida.
Y por eso tuve que tomarme tiempo para mí, para ser alguien que merece ser mirada a la cara por sí misma, sin bajarse la mirada. Y me tomó un año. Justo hace un año abandoné estas letras a su suerte (y con ellas a todos los que fielmente las leían) en principio para saber si valía la pena, si mis escritos harían falta a alguien. El ego en su expresión más pura. Pero el proceso mismo me hizo volver al origen de toda esta aventura: el ejercicio de escribir para mí, y para quien quiera compartir esto conmigo.
Por eso he vuelto, porque puedo mirarme a la cara sin avergonzarme y entendiendo que si bien me falta mucho por hacer, soy digna de mí misma y de ustedes, de su presencia o su ausencia, de sus críticas, de sus sugerencias. Soy cocinera y la cocina es un arte, lo que me hace una artista en vía de ser mejor. Y un artista existe por su público. Desde hoy, no sólo ustedes son mi público, yo me sumo a ustedes como espectadora y les agradezco por toda su comprensión y acompañamiento durante mi enfermedad, que de todo seguir como va, estará en poco más que en recuerdos desde el próximo año.
Desde ahora, dejo de ser una artista que vive por su público, soy una artista que vive para sí, porque esa es la única forma en que estas letras, o cualquier arte, sea eterno: que el artista se sienta vivo mientras lo hace. Estoy lista, no para enfrentar el mundo, sino para hacerlo mi hogar. Estoy de vuelta.
Sin ir muy lejos, ¿cuántos han sido capaces de, estando frente a un espejo, mirarse largamente a los ojos? ¿Quiénes se han tomado el tiempo de detallarse a sí mismos sin la máscara de las vestiduras, del maquillaje, de meter barriga? ¿Quiénes se han tomado la libertad de no afeitarse o depilarse por un tiempo para ver lo que son en otra realidad? Porque el vello también es real, también hace parte de nosotros. ¿O creen que de caer en coma alguien va a estar pendiente de rasurar las piernas de la señorita, las axilas del señor? Hemos aprendido sistemáticamente a quitarnos cosas, y con ello no solo hemos perdido el control de lo que nos quitamos o no, hemos perdido el norte de lo que somos y lo que realmente queremos. Nos quitamos kilos, años, pelos, tiempo, vida.
Y por eso tuve que tomarme tiempo para mí, para ser alguien que merece ser mirada a la cara por sí misma, sin bajarse la mirada. Y me tomó un año. Justo hace un año abandoné estas letras a su suerte (y con ellas a todos los que fielmente las leían) en principio para saber si valía la pena, si mis escritos harían falta a alguien. El ego en su expresión más pura. Pero el proceso mismo me hizo volver al origen de toda esta aventura: el ejercicio de escribir para mí, y para quien quiera compartir esto conmigo.
Por eso he vuelto, porque puedo mirarme a la cara sin avergonzarme y entendiendo que si bien me falta mucho por hacer, soy digna de mí misma y de ustedes, de su presencia o su ausencia, de sus críticas, de sus sugerencias. Soy cocinera y la cocina es un arte, lo que me hace una artista en vía de ser mejor. Y un artista existe por su público. Desde hoy, no sólo ustedes son mi público, yo me sumo a ustedes como espectadora y les agradezco por toda su comprensión y acompañamiento durante mi enfermedad, que de todo seguir como va, estará en poco más que en recuerdos desde el próximo año.
Desde ahora, dejo de ser una artista que vive por su público, soy una artista que vive para sí, porque esa es la única forma en que estas letras, o cualquier arte, sea eterno: que el artista se sienta vivo mientras lo hace. Estoy lista, no para enfrentar el mundo, sino para hacerlo mi hogar. Estoy de vuelta.
Me alegra mucho! hay que tener muchos pantalones para hacer lo que estás haciendo... Y muy bonita la foto!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Juancık! :) Gusto tenerte por aquí.
EliminarAsí, sin quitarte nada, Así como sos, Así se te quiere bonito, Así es como salen tus letras que ahora brillan más auténticas que nunca... Así...
ResponderEliminarJusto como las galletas tres ojos o los costales llenos de barro. Justo así.
Eliminarjajaja no lo olvidas y yo... yo extraño mis galletas y extraño verte ;)
ResponderEliminarIgual que yo. Siempre se extraña regresar a donde uno se sintió feliz, donde la vida brilló con tanto esplendor. Espero poder desplazarme pronto de nuevo con mayor facilidad y llevarte muchas galletas :)
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