Acerca del poder
El hombre es tan poderoso como frágil. Pero su fragilidad y su arrogancia son tan grandes como su aparente poder. Crea armas, barreras, edificios inmensos, bóvedas incorruptibles, industrias fuertes. Aprovecha (¿o arrasa?) todo lo que está a su paso, en todo lugar deja su huella. Buena o mala, pero su huella al fin y al cabo.
Pero su fragilidad y su arrogancia son tan grandes como lo endeble de su poder.
¿Qué es el poder del hombre, si no una ilusión? Es una moneda reluciente que no tiene más valor que el conferido por quien lo posee, por quien lo otorga y por quien ha tenido la fortuna o la desdicha de conocerle. Algo tiene tanto poder sobre nosotros como le damos, y no podemos darle poder a lo que no conozcamos, excepto si todo lo desconocido lo agrupamos en una sola masa informe llamada ignorancia. Porque todo tiene un poder particular, incluído lo que ignoramos, que es lo único que tiene poder sin nosotros sin habérselo conferido.
El poder del hombre es tan susceptible al cambio como todo cuanto existe, y, aún así, pareciera que la tiranía del grueso de quienes lo ostentan gozara de inmutabilidad, así como su desidia, su descuido, su falta de celeridad y su exceso de altivez sin fundamento.
Pero hay quienes aún siendo depositarios de ese tipo de poder se enfrentan a sus usanzas, y entienden que el poder es una espada de doble filo, una herramienta que puede ayudar tanto a construir como a erradicar, pero entienden que el poder es también, esencialmente, tener la fuerza para afrontalo todo (dicho por alguien de gran sapiencia), para lograrlo todo, para entenderlo todo, para verlo todo, para descubrir el mundo infinito de posibilidades que llevamos dentro y al mismo tiempo para seguir nuestro instinto, creer que es posible, y simplemente alcanzar los sueños que se llevan dentro. El poder es una llave maestra, todo depende de qué puerta quieras abrir.
Pero su fragilidad y su arrogancia son tan grandes como lo endeble de su poder.
¿Qué es el poder del hombre, si no una ilusión? Es una moneda reluciente que no tiene más valor que el conferido por quien lo posee, por quien lo otorga y por quien ha tenido la fortuna o la desdicha de conocerle. Algo tiene tanto poder sobre nosotros como le damos, y no podemos darle poder a lo que no conozcamos, excepto si todo lo desconocido lo agrupamos en una sola masa informe llamada ignorancia. Porque todo tiene un poder particular, incluído lo que ignoramos, que es lo único que tiene poder sin nosotros sin habérselo conferido.
El poder del hombre es tan susceptible al cambio como todo cuanto existe, y, aún así, pareciera que la tiranía del grueso de quienes lo ostentan gozara de inmutabilidad, así como su desidia, su descuido, su falta de celeridad y su exceso de altivez sin fundamento.
Pero hay quienes aún siendo depositarios de ese tipo de poder se enfrentan a sus usanzas, y entienden que el poder es una espada de doble filo, una herramienta que puede ayudar tanto a construir como a erradicar, pero entienden que el poder es también, esencialmente, tener la fuerza para afrontalo todo (dicho por alguien de gran sapiencia), para lograrlo todo, para entenderlo todo, para verlo todo, para descubrir el mundo infinito de posibilidades que llevamos dentro y al mismo tiempo para seguir nuestro instinto, creer que es posible, y simplemente alcanzar los sueños que se llevan dentro. El poder es una llave maestra, todo depende de qué puerta quieras abrir.
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