Asumir la verdad
Hace bastante dejé de luchar contra lo que soy. Lo admití, lo abracé con todo mi ser, lo asumí y me compenetré con lo que era. Pero jamás he sido capaz de mostrar mi verdadera cara a los demás y esa es la raíz del conflicto.
Aún ahora y cuando sé la verdad sobre mi misma, siento miedo de mirar hacia adentro, o mejor, tengo miedo de lo que me encuentre dentro de mi, a sabiendas que no será más que lo que siempre he tratado de ocultarme a mi misma o a los demás. Si hubiera un lugar donde escondernos de nosotros mismos de seguro ya lo habría hallado, justo ahora no quiero más que escapar aunque no de mi. Pero no podemos escapar de nuestros propios ojos, no podemos dejar de escrutarnos con nuestra mirada, no podemos dejar de recordar, de soñar. No podemos cambiar las cosas que nos hacen vibrar o las que odiamos, tan sólo cambiar a las que somos indiferentes es ya bastante complicado.
De hecho, le tenemos pavor a la franqueza a la que nos sometemos si nos miramos a nosotros mismos. No hay donde escondernos de nosotros mismos y aún así nos empeñamos en decirnos mentiras y ocultarnos lo que verdaderamente somos. Pasa que no hay manera en que podamos mostrarnos como somos a ciertas personas, sólo podemos reflejar lo que ellas quieren ver, escuchar, describir, sentir. A veces hemos llegado al punto crítico en que no solamente se tiene miedo a su opinión, sino a sus agresiones, entendiendo con ésto las mil y una formas posibles que encuentra la gente de truncar nuestro camino cuando se les ha comentado el itinerario.
En todo caso es parte de lo mismo, del amor y la confianza. Todo viene de atrás, es cierto, pero también podemos cambiar las cosas si entendemos el sentido correcto, supongo. Pero sigo haciendo parte de los cobardes que decimos lo que los otros quieren oir, hacemos lo que los demás quieren que hagamos y nos convertimos en seres infelices sin libertad. Yo hago parte de ese montón. Hago parte del cúmulo constante de seres enjaulados sin margen de movimiento, sin linea de visión y con luchas perpetuas por algo de alimento en que se ha convertido la "independencia". Porque si bien mis derechos llegan hasta donde empiezan los del otro, el otro se ha adueñado de 2/3 de mi terreno creyéndose mi propietario, mi juez y mi ejecutor al obligarme a mentir para obtener un poco de tiempo para hacer mi voluntad. Es como salir de la jaula con una cuerda amarrada a la pata: tampoco se puede volar en paz.
Se supone que decido, y hago lo que siento que es mejor hacer, pero, ¿es realmente genuino el valor de lo que se hace si para generar los espacios o momentos hay que mentir? porque eso es lo que hago para tener espacios o momentos de "independencia". Odio mentir, pero no he encontrado una salida diferente en la que mi integridad física y/o mental no se vea comprometida, pero mi integridad como persona pareciera salir siempre mal librada.
Sé que parte de las personas que me juzgan me aman, me juzgan según el amor que sientan, lo que no quiere decir que sea un amor sano... Eso si, más rápido cae un mentiroso que un cojo... ese es el riesgo... La verdad es que nadie ha podido responder a ésta pregunta que me ataca desde hace tantos años... esperemos que la respuesta llegue junto con el valor de asumir las consecuencias de lo que provenga de lo hecho...
Y si bien ésto me atormenta, hay una sola parte de mi vida donde pude hablar con la verdad y actuar en consecuencia, cosa que sólo se logra con quienes decides compartir tu vida: tus vínculos por elección y no por obligación, tus camaradas y tu adoración. Cuento con la paz de ser parte de quienes quisimos traspasar esa barrera de cobardía, quienes quisimos entregarlo todo y recibir con amor todo lo que tuvieran para darnos. Hay quienes sabiendo que iba a ser doloroso fuimos capaces de decir la verdad, de entenderla, de asumirla y aceptarla, quienes fuimos capaces de romper la cubierta que teníamos encima de años de polvo de falsedad para darnos un baño de una realidad diferente. Hay quienes puede que sigamos temiendo, pero ese temor no nos hace ocultarnos debajo de una máscara, sino que nos impulsa a buscar y comprender la verdad con las personas que hemos y nos han elegido.
Si, llega un punto en el que no podemos esperar que los demás nos quiten la máscara, nos bañen, nos vistan... es nuestra obligación, es nuestro deber, y así mismo es nuestro derecho pedir ayuda, no con ello desentendiéndose sino potenciando el proceso. Yo sólo quiero hablar con la verdad, ser una con mi verdad, sin ataques, sin dramas, sin juicios.
Aún ahora y cuando sé la verdad sobre mi misma, siento miedo de mirar hacia adentro, o mejor, tengo miedo de lo que me encuentre dentro de mi, a sabiendas que no será más que lo que siempre he tratado de ocultarme a mi misma o a los demás. Si hubiera un lugar donde escondernos de nosotros mismos de seguro ya lo habría hallado, justo ahora no quiero más que escapar aunque no de mi. Pero no podemos escapar de nuestros propios ojos, no podemos dejar de escrutarnos con nuestra mirada, no podemos dejar de recordar, de soñar. No podemos cambiar las cosas que nos hacen vibrar o las que odiamos, tan sólo cambiar a las que somos indiferentes es ya bastante complicado.
De hecho, le tenemos pavor a la franqueza a la que nos sometemos si nos miramos a nosotros mismos. No hay donde escondernos de nosotros mismos y aún así nos empeñamos en decirnos mentiras y ocultarnos lo que verdaderamente somos. Pasa que no hay manera en que podamos mostrarnos como somos a ciertas personas, sólo podemos reflejar lo que ellas quieren ver, escuchar, describir, sentir. A veces hemos llegado al punto crítico en que no solamente se tiene miedo a su opinión, sino a sus agresiones, entendiendo con ésto las mil y una formas posibles que encuentra la gente de truncar nuestro camino cuando se les ha comentado el itinerario.
En todo caso es parte de lo mismo, del amor y la confianza. Todo viene de atrás, es cierto, pero también podemos cambiar las cosas si entendemos el sentido correcto, supongo. Pero sigo haciendo parte de los cobardes que decimos lo que los otros quieren oir, hacemos lo que los demás quieren que hagamos y nos convertimos en seres infelices sin libertad. Yo hago parte de ese montón. Hago parte del cúmulo constante de seres enjaulados sin margen de movimiento, sin linea de visión y con luchas perpetuas por algo de alimento en que se ha convertido la "independencia". Porque si bien mis derechos llegan hasta donde empiezan los del otro, el otro se ha adueñado de 2/3 de mi terreno creyéndose mi propietario, mi juez y mi ejecutor al obligarme a mentir para obtener un poco de tiempo para hacer mi voluntad. Es como salir de la jaula con una cuerda amarrada a la pata: tampoco se puede volar en paz.
Se supone que decido, y hago lo que siento que es mejor hacer, pero, ¿es realmente genuino el valor de lo que se hace si para generar los espacios o momentos hay que mentir? porque eso es lo que hago para tener espacios o momentos de "independencia". Odio mentir, pero no he encontrado una salida diferente en la que mi integridad física y/o mental no se vea comprometida, pero mi integridad como persona pareciera salir siempre mal librada.
Sé que parte de las personas que me juzgan me aman, me juzgan según el amor que sientan, lo que no quiere decir que sea un amor sano... Eso si, más rápido cae un mentiroso que un cojo... ese es el riesgo... La verdad es que nadie ha podido responder a ésta pregunta que me ataca desde hace tantos años... esperemos que la respuesta llegue junto con el valor de asumir las consecuencias de lo que provenga de lo hecho...
Y si bien ésto me atormenta, hay una sola parte de mi vida donde pude hablar con la verdad y actuar en consecuencia, cosa que sólo se logra con quienes decides compartir tu vida: tus vínculos por elección y no por obligación, tus camaradas y tu adoración. Cuento con la paz de ser parte de quienes quisimos traspasar esa barrera de cobardía, quienes quisimos entregarlo todo y recibir con amor todo lo que tuvieran para darnos. Hay quienes sabiendo que iba a ser doloroso fuimos capaces de decir la verdad, de entenderla, de asumirla y aceptarla, quienes fuimos capaces de romper la cubierta que teníamos encima de años de polvo de falsedad para darnos un baño de una realidad diferente. Hay quienes puede que sigamos temiendo, pero ese temor no nos hace ocultarnos debajo de una máscara, sino que nos impulsa a buscar y comprender la verdad con las personas que hemos y nos han elegido.
Si, llega un punto en el que no podemos esperar que los demás nos quiten la máscara, nos bañen, nos vistan... es nuestra obligación, es nuestro deber, y así mismo es nuestro derecho pedir ayuda, no con ello desentendiéndose sino potenciando el proceso. Yo sólo quiero hablar con la verdad, ser una con mi verdad, sin ataques, sin dramas, sin juicios.
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