Plástico
Mi ánimo no decae, a veces, lo que decae, es la voluntad.
Si bien me caracterizaba una voluntad de hierro, ese metal se ha ido por entero de la voluntad para irse al ánimo: un ánimo de hierro. No por lo frío, sino por lo resistente, por lo duradero de sus propiedades. Y la voluntad? Digamos que es de plástico: impermeable, resistente, duradera pero flexible. Por eso quiero ser de plástico, pero no una mujer plástica, cosas absolutamente diferentes. Las plásticas acaban peor que las joyas. Ya me entenderán.
Si bien me caracterizaba una voluntad de hierro, ese metal se ha ido por entero de la voluntad para irse al ánimo: un ánimo de hierro. No por lo frío, sino por lo resistente, por lo duradero de sus propiedades. Y la voluntad? Digamos que es de plástico: impermeable, resistente, duradera pero flexible. Por eso quiero ser de plástico, pero no una mujer plástica, cosas absolutamente diferentes. Las plásticas acaban peor que las joyas. Ya me entenderán.
Me gusta ser de plástico... es decir, todos anhelaríamos ser de oro, mármol, alguna piedra preciosa, pero a mi me gusta ser de plástico: no sólo puedo ser bonita, soy funcional, voluble, maleable, fuerte, útil y alcanzo para todos: desde un desechable a una carísima silla de diseñador. Puede que ser un desechable no sea muy motivador para algunos, pero a mi si me parece interesante conocer el mundo en todas sus formas, bajo todas las miradas posibles. De hecho, no sólo el mundo, les aseguro que el plástico también ha hecho el viaje a la Luna que tantos hemos deseado, ha visto las constelaciones radiantes como luciérnagas en una noche eterna.
El oro, las piedras preciosas... todo el mundo sabe bien su valor, pocos podrán admirar su belleza si eso es lo que quieren, limitados serán sus horizontes, grande el recelo de sus dueños por preservarles. Si, son caros, lujosos, raros, pero eso mismo será lo que les condene a tener una urna de cristal como cárcel en el mejor de los casos, y en el peor de ellos, una bóveda oscura y gélida donde yacerán para la eternidad.
Yo no quiero recelos, no quiero cadenas, quiero la libertad de ser accesible y así poder aprender, conocer, entender. Horizontes más amplios, miradas diferentes, vidas que se entrelazan, servicios prestados: eso quiero para mi. Pero por favor, que me hagan biodegradable, no quiero tardar centenares de años para transformarme en algo más, para que todo en el mundo tenga una parte de mi esencia. Saben, pensándolo bien, es mejor ser de tela.
El oro, las piedras preciosas... todo el mundo sabe bien su valor, pocos podrán admirar su belleza si eso es lo que quieren, limitados serán sus horizontes, grande el recelo de sus dueños por preservarles. Si, son caros, lujosos, raros, pero eso mismo será lo que les condene a tener una urna de cristal como cárcel en el mejor de los casos, y en el peor de ellos, una bóveda oscura y gélida donde yacerán para la eternidad.
Yo no quiero recelos, no quiero cadenas, quiero la libertad de ser accesible y así poder aprender, conocer, entender. Horizontes más amplios, miradas diferentes, vidas que se entrelazan, servicios prestados: eso quiero para mi. Pero por favor, que me hagan biodegradable, no quiero tardar centenares de años para transformarme en algo más, para que todo en el mundo tenga una parte de mi esencia. Saben, pensándolo bien, es mejor ser de tela.
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