Sólo un día, y ya todo comenzaría a ser diferente.
Perdónenme por tanto abandono. Sienten cuando los pienso a lo largo del día, pero también saben que estoy exhausta, que sobrellevar el día a día de una condición que aún no aprendo a manejar me cuesta toda mi energía.
Lidiar con esto no es tan fácil como parece. No es sólo acostumbrarse al dolor y hacerse una vida con él. Eso se logra cuando el dolor es en una sola parte. Pero cuando el dolor es constante y en todas partes, tomando tintes de punzadas o quemante, o incluso duele tanto como el cansancio extremo, es difícil sentirse cómodo hasta con los pensamientos. Incluso ellos duelen.
El dolor del cuerpo simplemente está. Muy de vez en cuando aumenta, más dilatado aún es que disminuya, pero al menos de vez en cuando fluctúa. Hace lo que no hace la vida en estas condiciones y no porque haya decido enclaustrarme voluntariamente. Siendo enemiga de la quietud, de la falta de actividad o de curiosidad por el mundo, verme frenada de un momento a otro, con la imposibilidad de moverme a mis anchas como antes, me ha llevado a abrirme nuevos horizontes, a hacer más vívidos los recuerdos de lo que antaño recorriera con mis pies, con estas piernas robustas que ahora carecen de la plenitud de su fuerza. Me ha llevado a abrirme paso como una planta que crece entre el cemento pesado de la impotencia.
No puedo decir que he sido víctima de la inoperancia, de la ineptitud o de la desconsideración: casi siempre he dado con doctores comprensivos, amables, más humanos de lo normal de los médicos que le tocan a todo el mundo. No se ha escatimado esfuerzos ni los recursos que se han podido para buscar mi mejoría. Incluso yo, me dedico a sacar de mis entrañas más fuerza cada día. Más fuerza para sonreír, para respirar, para que al abrir los ojos no caiga sobre mi corazón el concreto del encierro, para que no me traspase el alma el filo de la ausencia, para que no me ensordezca el ruido del silencio.
A veces todo es más difícil, ¡pero tengo tanta fe en que pronto amanecerá luego de esta oscura noche! en que, si bien no estoy pidiendo justicia porque es lo que he tenido, sólo pido un poco más de comprensión, un destello de luz, un día de suerte. Fe, paciencia, perseverancia: éxito.
Sólo un día, y ya todo comenzaría a ser diferente.
Lidiar con esto no es tan fácil como parece. No es sólo acostumbrarse al dolor y hacerse una vida con él. Eso se logra cuando el dolor es en una sola parte. Pero cuando el dolor es constante y en todas partes, tomando tintes de punzadas o quemante, o incluso duele tanto como el cansancio extremo, es difícil sentirse cómodo hasta con los pensamientos. Incluso ellos duelen.
El dolor del cuerpo simplemente está. Muy de vez en cuando aumenta, más dilatado aún es que disminuya, pero al menos de vez en cuando fluctúa. Hace lo que no hace la vida en estas condiciones y no porque haya decido enclaustrarme voluntariamente. Siendo enemiga de la quietud, de la falta de actividad o de curiosidad por el mundo, verme frenada de un momento a otro, con la imposibilidad de moverme a mis anchas como antes, me ha llevado a abrirme nuevos horizontes, a hacer más vívidos los recuerdos de lo que antaño recorriera con mis pies, con estas piernas robustas que ahora carecen de la plenitud de su fuerza. Me ha llevado a abrirme paso como una planta que crece entre el cemento pesado de la impotencia.
No puedo decir que he sido víctima de la inoperancia, de la ineptitud o de la desconsideración: casi siempre he dado con doctores comprensivos, amables, más humanos de lo normal de los médicos que le tocan a todo el mundo. No se ha escatimado esfuerzos ni los recursos que se han podido para buscar mi mejoría. Incluso yo, me dedico a sacar de mis entrañas más fuerza cada día. Más fuerza para sonreír, para respirar, para que al abrir los ojos no caiga sobre mi corazón el concreto del encierro, para que no me traspase el alma el filo de la ausencia, para que no me ensordezca el ruido del silencio.
A veces todo es más difícil, ¡pero tengo tanta fe en que pronto amanecerá luego de esta oscura noche! en que, si bien no estoy pidiendo justicia porque es lo que he tenido, sólo pido un poco más de comprensión, un destello de luz, un día de suerte. Fe, paciencia, perseverancia: éxito.
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