Equilibrio
No conozco nadie que reaccione tan lento como yo.
Al menos con el paso del tiempo tardo menos en reaccionar, pero aún así, aún me cuesta asimilar lo que está pasando en el momento.
En muchos casos es bueno tomarse su tiempo, ser reflexivo es útil en cuestiones académicas, o en muchas decisiones de la vida. No es lo mismo decidir qué ropa comprar a decidir con quién se va a pasar el resto de la vida, si es que es eso lo que se quiere. Ahora imagínense cuando el día reflexivo prima ante el reactivo en la vida de profesiones que requieren respuestas inmediatas: salvavidas, bombero, policía, cocinero. Pero tanta velocidad sin pensar en lo que se está haciendo también es contraproducente. Justo ese es el meollo del asunto, como en todo: el equilibrio.
A veces el equilibrio es tan subjetivo como la belleza. Lo que a nuestros ojos puede ser descabellado, puede ser para otros su paz suprema, su más grande alegría. El equilibrio depende de qué estamos hechos y cuánto tengamos por dentro y por fuera.
En todo caso, para mí, tomarme mi tiempo cuando puedo hacerlo, no es el fin en si, sino la búsqueda del equilibrio en si misma. A veces el mundo va tan rápido que perdemos el horizonte y las montañas con neblina se hacen una con el cielo gris y solitario. A veces hace falta un recuerdo, una presencia, una melodía perfecta, limpia y ejecutada con tal pasión, con tal maestría y con tal ansiedad de su instrumento que su sola aparición disipe toda duda y llegue con sus rayos de claridad a iluminar los parajes escondidos en los que se pierden las mentes y aún a veces las mismas vidas. A veces no falta más que dejarse llevar, a veces, sólo a veces, el equilibrio se deja encontrar.
Al menos con el paso del tiempo tardo menos en reaccionar, pero aún así, aún me cuesta asimilar lo que está pasando en el momento.
En muchos casos es bueno tomarse su tiempo, ser reflexivo es útil en cuestiones académicas, o en muchas decisiones de la vida. No es lo mismo decidir qué ropa comprar a decidir con quién se va a pasar el resto de la vida, si es que es eso lo que se quiere. Ahora imagínense cuando el día reflexivo prima ante el reactivo en la vida de profesiones que requieren respuestas inmediatas: salvavidas, bombero, policía, cocinero. Pero tanta velocidad sin pensar en lo que se está haciendo también es contraproducente. Justo ese es el meollo del asunto, como en todo: el equilibrio.
A veces el equilibrio es tan subjetivo como la belleza. Lo que a nuestros ojos puede ser descabellado, puede ser para otros su paz suprema, su más grande alegría. El equilibrio depende de qué estamos hechos y cuánto tengamos por dentro y por fuera.
En todo caso, para mí, tomarme mi tiempo cuando puedo hacerlo, no es el fin en si, sino la búsqueda del equilibrio en si misma. A veces el mundo va tan rápido que perdemos el horizonte y las montañas con neblina se hacen una con el cielo gris y solitario. A veces hace falta un recuerdo, una presencia, una melodía perfecta, limpia y ejecutada con tal pasión, con tal maestría y con tal ansiedad de su instrumento que su sola aparición disipe toda duda y llegue con sus rayos de claridad a iluminar los parajes escondidos en los que se pierden las mentes y aún a veces las mismas vidas. A veces no falta más que dejarse llevar, a veces, sólo a veces, el equilibrio se deja encontrar.
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