Vieja, mi querida vieja.
Vieja, ella siempre me llamaba vieja. Todos siempre la llamamos vieja.
Además de camarada, hacíamos pasta juntas. Yo aprendía de ella, ella de mí, y ahora se ha marchado.
Lleva en sus zapatos polvo de tierra inca, de tierra americana, lleva polvo de universo en sus pestañas. Ella, la vieja... Era grande su carácter como corta su estatura. Liso su pelo como lisas las hojas de las palmas. Azules sus ojos como verdes las llanuras. Era extraño que un molde de tal belleza no hubiera sido roto después de que naciera, y aún así, había una gemela.
Había errores a la luz del mundo, pero compartir nuestras historias y escuchar un consejo nos hacía sentir que aún eran confidencias. Había días de intrusos gatunos, de carnes cortadas, de neveras lavadas, de cubiertas de humo.
Pero aún en el día más gris estuvo siempre presente tu risa. Tu muy discreta risa.
Completa, risueña, soñadora, guerrera.
Ella, la vieja, era más que cocinera. Era maga y especiera, era acróbata, y a veces lisonjera.
Aún la espero. Aún espero ese regreso prometido, esa visita pendiente, esa risa tan lejana del silencio.
Vieja, mi querida vieja.
Además de camarada, hacíamos pasta juntas. Yo aprendía de ella, ella de mí, y ahora se ha marchado.
Lleva en sus zapatos polvo de tierra inca, de tierra americana, lleva polvo de universo en sus pestañas. Ella, la vieja... Era grande su carácter como corta su estatura. Liso su pelo como lisas las hojas de las palmas. Azules sus ojos como verdes las llanuras. Era extraño que un molde de tal belleza no hubiera sido roto después de que naciera, y aún así, había una gemela.
Había errores a la luz del mundo, pero compartir nuestras historias y escuchar un consejo nos hacía sentir que aún eran confidencias. Había días de intrusos gatunos, de carnes cortadas, de neveras lavadas, de cubiertas de humo.
Pero aún en el día más gris estuvo siempre presente tu risa. Tu muy discreta risa.
Completa, risueña, soñadora, guerrera.
Ella, la vieja, era más que cocinera. Era maga y especiera, era acróbata, y a veces lisonjera.
Aún la espero. Aún espero ese regreso prometido, esa visita pendiente, esa risa tan lejana del silencio.
Vieja, mi querida vieja.
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