Utopías convertidas en sueños tangibles
La definición más básica asociada a la utopía es la de un sueño imposible, la de una idea absurda que nunca verá la luz en hechos.
Es posible que cada día haya menos utopías según algunos, pero para mí, lo que ha cambiado no es la cantidad de utopías sino la calidad y el enfoque de las mismas. Estudiar antes era sólo para los hombres ricos, ahora mujeres y hombres estudian por igual, y de hecho, estudiar es normal y a todas luces necesario. Quizá las utopías han mutado con miras a vidas más tranquilas, más sencillas, con más tiempo para las actividades que realmente nos interesan, con las personas de las que quisiéramos estar constantemente rodeados.
Una utopía es más que un plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable cuando se formula. Una utopía cuando se transforma es una idea que se convierte en semillero y motor de sueños. Es el culmen de quien sueña, es la locura para quien no lo hace.
Es más que un mundo alternativo lleno de sueños e idealizado que existe como una crítica al entorno actual. Es una realidad posible, tangible, aunque sea necesario dejar pasar mucha agua bajo el puente, aunque las arenas que miden el tiempo se vayan presurosamente al fondo del reloj.
¡Cuántos sueños que parecían locuras son hoy la tecnología de la que depende el mundo!
¿Para cuántos campesinos no era un sueño arreglar televisores aún sin saber que eran? ¿Cuántas veces estos campesinos no hicieron de unos cuantos palos sus modelos de estudio y encargaban por correo los libros para practicar, aunque todo el mundo les dijera que estaban locos? Mi abuelo, el primer autodidacta que conocí, era uno de ellos. Y lo que su familia pensaba que era una locura fue lo que le hizo triunfar y mostrar orgulloso su diploma de la Philips, sostener a su familia y darles una vida digna donde todos creían que era imposible: en la capital.
¿Qué sentido tiene la vida sin sueños, sin ideales? Si un campesino inmerso en las montañas sueña con lo que no conoce, si los enamorados sueñan con el día de estar unidos para siempre, si un maestro, un padre, un alumno o cualquier persona logra ver que las utopías orientan, muestran y demuestran valores, otorgan puntos de vista críticos y son esperanzadoras…
Todo puede llegar a ser realmente diferente si una sola persona logra entender que las utopías más allá de ser irrealizables son realidades imaginarias que pueden perfectamente convertirse en sueños tangibles. Ahora imaginen el poder de muchas utopías que dejan de serlo para volverse sueños en proceso de realizarse: No es una quimera, una fantasía, una ilusión o un sueño: es una realidad en potencia.
Es posible que cada día haya menos utopías según algunos, pero para mí, lo que ha cambiado no es la cantidad de utopías sino la calidad y el enfoque de las mismas. Estudiar antes era sólo para los hombres ricos, ahora mujeres y hombres estudian por igual, y de hecho, estudiar es normal y a todas luces necesario. Quizá las utopías han mutado con miras a vidas más tranquilas, más sencillas, con más tiempo para las actividades que realmente nos interesan, con las personas de las que quisiéramos estar constantemente rodeados.
Una utopía es más que un plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable cuando se formula. Una utopía cuando se transforma es una idea que se convierte en semillero y motor de sueños. Es el culmen de quien sueña, es la locura para quien no lo hace.
Es más que un mundo alternativo lleno de sueños e idealizado que existe como una crítica al entorno actual. Es una realidad posible, tangible, aunque sea necesario dejar pasar mucha agua bajo el puente, aunque las arenas que miden el tiempo se vayan presurosamente al fondo del reloj.
¡Cuántos sueños que parecían locuras son hoy la tecnología de la que depende el mundo!
¿Para cuántos campesinos no era un sueño arreglar televisores aún sin saber que eran? ¿Cuántas veces estos campesinos no hicieron de unos cuantos palos sus modelos de estudio y encargaban por correo los libros para practicar, aunque todo el mundo les dijera que estaban locos? Mi abuelo, el primer autodidacta que conocí, era uno de ellos. Y lo que su familia pensaba que era una locura fue lo que le hizo triunfar y mostrar orgulloso su diploma de la Philips, sostener a su familia y darles una vida digna donde todos creían que era imposible: en la capital.
¿Qué sentido tiene la vida sin sueños, sin ideales? Si un campesino inmerso en las montañas sueña con lo que no conoce, si los enamorados sueñan con el día de estar unidos para siempre, si un maestro, un padre, un alumno o cualquier persona logra ver que las utopías orientan, muestran y demuestran valores, otorgan puntos de vista críticos y son esperanzadoras…
Todo puede llegar a ser realmente diferente si una sola persona logra entender que las utopías más allá de ser irrealizables son realidades imaginarias que pueden perfectamente convertirse en sueños tangibles. Ahora imaginen el poder de muchas utopías que dejan de serlo para volverse sueños en proceso de realizarse: No es una quimera, una fantasía, una ilusión o un sueño: es una realidad en potencia.
Me ha gustado mucho esta entrada. Una definición de Utopía que comparto al 100% y muy entroncada con los sueños. Por cierto, me encanta esa última frase: es una realidad en potencia.
ResponderEliminarUn saludo.
Juan Luis,
EliminarMuchas gracias por tu comentario! Éstos no son una constante en este blog, aunque la gente lee bastante. Nunca dejes de soñar, siempre adelante, galán! :D