¡Qué frío!

El frío que hace esta noche en la sabana es tanto como el frío otoñal de París en las mañanas.
Pero aunque justo ahora me tenga rendida a sus pies, no me doy por vencida. Le atacaré con todo mi poder, con todas mis armas.

Teniendo cada articulación entumecida por su helado influjo, ya no sufro al saber que mi cama tardará bastante en calentarse. Envuelto está mi cuerpo con una armadura hecha de lana, de algodón y suaves mantas, que por desgracia, no alcanza a cubrir el punto turístico vía a Melgar, que, si fuera de diablo, estaría bastante más tibia que la mía.

En todo caso, dentro de poco habrá de escapar el frío de mi habitación por debajo de la puerta. Una vez desterrado de mi cama por el calor que emanará de una bolsa de agua caliente (Oh, maravilloso invento, ¡gloriosa dicha de los friolentos!) y luego por mi cuerpo que se irá entibiando sin detenerse. Mi aliento lo llenará todo, lo entibiará todo, haciendo que el frío no tenga más final que escapar temporalmente, porque no he conseguido la manera de darle muerte. Siempre que creo que ya lo logré, sólo hace falta cambiar de lado de la cama para descubrir que ha entrado de nuevo, o darme vuelta para que su soplido helado entre por las cobijas.

Peor aún, cuando luego de haber calentado la camita, de estar tibio y feliz, a punto de dormir, el frío que ya habíamos recibido perturba a nuestro cuerpo, que da más trabajo a nuestros riñones para que no calienten agua inútilmente y ahorren energía. ¡Energía es la que hay que tener para salirse de las cobijas con el helaje que hace afuera! Afortunados los que tienen calefacción en los vidrios y pisos de tapete, pero nadie se escapa de las bajas temperaturas del destino final trayecto al baño.

En fin, afortunados quienes duermen arrullados por la tibieza de su amor, o en su defecto, con una mascota, que contribuye amplíamente a aumentar las temperaturas, aún a costa de un poco de comodidad. Yo por lo pronto me conformaré con llevar a mi amado en mis sueños y aferrarme con todas mis fuerzas a mi bolsa de agua caliente y a mis cobijas. Que pasen buena noche.

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