Bullying

Aunque el término "bullying" existe desde 1993, venido del término "mobbing", que también designa el acoso pero en ambiente laboral, el matoneo ha existido desde que existen los estudiantes, desde que existen las comunidades humanas. Es común encontrar acoso hasta dentro de las propias familias, por ejemplo, las burlas entre hermanos, y en cualquier otro ámbito, las bromas de quienes son superiores en poder, estatura, salud, edad, "belleza", etc.

De pequeña tuve experiencias de bullying, tanto como víctima, como victimaria.
Como víctima, simplemente ya todo hace parte del pasado, pero todo desembocó en una inseguridad que aprendí a manejar y dejó de atormentarme desde hace realmente poco. Ahora bien, si un sólo comentario hace daño, calculen el daño que hacen comentarios día tras día y por varios años. Ya en bachillerato las burlas cesaron, o al menos dejaron de ser evidentes y muchas cosas cambiaron.
Como victimaria... solía estar sola, de manera que tenía todo el tiempo del mundo para estudiar, y consideraba tener "superioridad intelectual", por lo que me burlaba de mis pares cuando no entendían, y trataba siempre de explicarles, asegurándome que aprendieran lo que necesitaban, pero siempre dejando claro que yo era mucho más inteligente. Pensando en lo que les hacía y lo que me hicieron, entiendo la gravedad de un asunto que parece inofensivo.

Sabiendo lo que hubiera querido que mis profesores hicieran (o fueran) puedo saber lo que quizá debería hacer un maestro, y cualquier persona adulta en su entorno laboral, social, familiar, e incluso, sentimental.

Hemos de ser los primeros en dejar claras las reglas del juego, siempre basadas en tres valores fundamentales: respeto, honestidad, amabilidad.
Si se respeta a los demás, se les dice la verdad y siempre se es amable, no hay forma de generar altercados, ofensas ni descortesías.
Como superiores, somos equivalentes, guardando las proporciones, a lo que los padres son en casa. Hay momentos para enseñar, momentos para descansar, alimentarse y divertirse, momentos para seguir instrucciones. Es sano, bueno e interesante compartir estos espacios con las personas que tenemos a cargo, ya que de esta forma podremos ver cómo se comportan en los diferentes ambientes, conociendo así los rasgos de personalidad de los integrantes de nuestros equipos.
SER PERCEPTIVOS: Siempre es evidente cuando una persona está feliz, triste, decepcionada, deprimida, tranquila. Poder leer los estados de ánimo, especialmente los estados negativos, nos ayudarán a detectar los problemas por los que pueden estar pasando, sean en casa, el colegio o en el trabajo, y hacer uso del diálogo, de modo que además de fortalecer la confianza podamos encontrar herramientas y/o soluciones para darle a la persona afligida.
Del mismo modo, celebrar los triunfos de y con los demás, también fortalece los lazos y en sentido de comunidad y pertenencia.
En cualquiera que sea el caso, lo más importante es exponer de antemano esta situación y el daño potencial, de manera que todos sean conscientes de las terribles consecuencias que pueden venir de diferencias mínimas que se agrandan con el paso del tiempo.
Además de la prevención, también es necesario que cada persona se haga valer. Es necesario enseñar a los niños cómo manejar una situación, cómo saber que son valiosos, importantes y no son menos que nadie.
Y no se asombren si les digo que los niños saben mejor que nosotros cuanto valemos, cuanto valen el tiempo, la vida y los sueños.
Quizá somos nosotros mismos los que nos acosamos, los que mirando las vidas de los demás y su éxito en cualquier ámbito, sembramos dudas, imposibilidades y barreras en nuestras mentes, impidiéndonos progresar. Quizá somos nosotros mismos cubriendo nuestra valía con la negra capa de la sumisión y la impotencia.

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