Seres, sí, pero, ¿humanos?

Yo no sé qué le ven de humano al ser humano. Somos viles, crueles, gozamos con la desgracia ajena y buscamos siempre a quien culpar. ¡Lo que se entiende por humano es lo contrario! Humanos son los animales, humanas las plantas que proveen a todos de todo. ¿Humanos nosotros? Muy de vez en cuando.

Necesitamos de elementos, sentimientos o exacerbación de sensaciones claras y contundentes para poder ser lo que se supone que somos, por mera diplomacia ante todos, por convicción ante contados individuos. Necesitamos dinero para sentirnos ricos y poder ser bondadosos, no por serlo en realidad sino por sentir que tenemos poder sobre los demás. Necesitamos amor para hacerlo todo libre y sinceramente por alguien. Amor de verdad, amor sin pretensiones  amor del bueno que ni siquiera contempla en sí recriminación alguna cuando el ser amado viene manchado por sus faltas. Exacerbación de la alegría, de la pena, del pesar, para poder consolar a otros en penas tan pesadas que sabríamos que siendo tan fuertes como somos no podríamos soportar ni la mitad de lo que esa pobre alma lleva a cuestas.

¿Humano es destruir el mundo a nuestro paso, consumiéndolo todo, dañando todo, llenando cada centímetro recorrido del mundo con las huellas criminales de nuestras manos curiosas? Confío en que hay en el mundo más seres contemplativos de los que he conocido. Justo ahora, siento que la destrucción a pequeña escala (arrancar flores, matar un bichito que nos de miedo) está perdiendo su poder. Es posible que ahora nos dejemos sorprender más porque cuesta encontrar lo que viéramos antes. Los gorriones que antes colmaran la ciudad por miles ahora se han visto reducidos a menos de ocho centenares. Las mariposas andinas que vieran nuestros ancestros ya no existen más que por decenas gracias a la contaminación. Las montañas que rodean la ciudad son difíciles de ver porque ahora tienen frente a sí montañas de ladrillo, vidrio y cemento que las ocultan de nuestros ojos, lejanos de ser como los de las águilas.

Al menos seguimos siendo humanos en la curiosidad, en el anhelo de encontrar y descubrir cada vez más.
Al menos seguimos siendo humanos, escondiendo la naturaleza que llevamos dentro con modales, callando la de fuera con bozales, encontrando en todos los males torrentes sensuales.

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