Mejor muerto que perdido

Es preferible saber un ser querido muerto y no perdido.
En ambos casos, el dolor es inenarrable, el corazón se bate dolorosamente entre latir por costumbre o dejar de hacerlo porque no se encuentra sentido a nada. Las lágrimas, sangre del corazón herido, brotan copiosamente como fruto de la angustia, de la tristeza, de sentirse perdido.

Al menos estando muerto sabemos donde está, tenemos consciencia que nunca más volverá y queda en nuestro ser la certeza de los últimos momentos compartidos o los que quienes tuvieron la fortuna de escoltarle en su paso a un lugar más feliz.

Pero desaparecido... Sabemos que por fuera del planeta no puede estar, pero, ¿en qué lugar de esta inmensa esfera puede estar el ser que falta? Las preguntas lo llenan todo más allá del horizonte, nuestros ojos luchan por encontrar cualquier pista, cualquier rastro: sin éxito. En mente no hay más que interrogantes sin respuesta, de lágrimas que no mojan, de gritos sin eco.

Es preferible saber un ser querido muerto y no perdido.