Mariposa azul
La crisálida descubre los primeros fragmentos de las alas de una mariposa azul que pronto saldrá volando a descubrir el mundo luego de tantos esfuerzos por salir de la cárcel que terminaba de formar su cuerpo, cárcel que le colmó de fuerza y ansias por descubrirlo todo.
Todas las vidas cumplen los mismos ciclos, pasan por penas y alegrías aunque unas sean más desdichadas que otras. Pero siempre vale la pena ser luchador si al final se tiene el placer de extender las alas y sentir el viento recorriendo cada célula, de abrir bien los ojos y ubicar los más frescos parajes para descansar, los lugares más despejados para bañarse con los rayos del sol... Para hacerse al placer de sacar la larga lengua que poseemos para saborear néctares de flores y el zumo de las frutas maduras que han caído al piso y se han reventado con fuerza, ofreciendo al mundo su fragancia.
El reflejo de mis alas tornasoladas es digno de admiración y embeleso, como en efecto sucede cada vez que vuelo en las cálidas horas del mediodía. La gente me busca con sus ojos, me persigue inconscientemente con sus pasos, me tiende la mano con la esperanza de tenerme posada en la punta de sus dedos. A veces concedo su deseo, pero tengo tan poco tiempo para recorrerlo todo, para descubrirlo todo, que, aunque un dedo humano sea hermoso y lleno de diminutos caminos, diferentes en cada dedo que me poso, es más la curiosidad que tengo por sentir la vida antes de morir al anochecer.
Si toda la vida ha de ser un sufrimiento para disfrutar plenamente al final, creo que la mía se está acercando felizmente a su término.
Todas las vidas cumplen los mismos ciclos, pasan por penas y alegrías aunque unas sean más desdichadas que otras. Pero siempre vale la pena ser luchador si al final se tiene el placer de extender las alas y sentir el viento recorriendo cada célula, de abrir bien los ojos y ubicar los más frescos parajes para descansar, los lugares más despejados para bañarse con los rayos del sol... Para hacerse al placer de sacar la larga lengua que poseemos para saborear néctares de flores y el zumo de las frutas maduras que han caído al piso y se han reventado con fuerza, ofreciendo al mundo su fragancia.
El reflejo de mis alas tornasoladas es digno de admiración y embeleso, como en efecto sucede cada vez que vuelo en las cálidas horas del mediodía. La gente me busca con sus ojos, me persigue inconscientemente con sus pasos, me tiende la mano con la esperanza de tenerme posada en la punta de sus dedos. A veces concedo su deseo, pero tengo tan poco tiempo para recorrerlo todo, para descubrirlo todo, que, aunque un dedo humano sea hermoso y lleno de diminutos caminos, diferentes en cada dedo que me poso, es más la curiosidad que tengo por sentir la vida antes de morir al anochecer.
Si toda la vida ha de ser un sufrimiento para disfrutar plenamente al final, creo que la mía se está acercando felizmente a su término.
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