El mundo cada día
En este punto perdido en en universo en el que habitamos está todo cuanto queremos, cuanto somos, nuestros anhelos o al menos los instrumentos para llegar a ellos si es que quedan perdidos entre las brumosas galaxias que aún están por descubrir.
Este es el hogar de todos nuestros conocimientos, amores y odios, de cielos e infiernos, de religiones y ateos. Este planeta es el estante de cuanto se tiene en mente.
El mundo parece más pequeño ahora que es más fácil llegar a cualquier lugar, ahora que las tierras inexploradas pueden conocerse por imágenes en cualquiera de los muchos medios de que disponemos. Pero no es más pequeño, es sólo que no tenemos tanto (o nada) por descubrir, sólo por conocer.
En mí hay ambición, pero no por llegar a la Luna o por conocer el planeta desde fuera. Toda mi ambición, todo mi deseo y todo cuanto quiero y anhelo, todos mis odios, mis temores, todo cuanto conozco está aquí, todo cuanto me calma se ve desde aquí, todo eres tú y estás conmigo.
Cada día hay un amanecer y un ocaso, hay un sol y una luna, que aunque a veces se escondan tras nubes brumosas o bajo una capa negra siguen mirándonos desde lo lejos. Y nosotros seguiremos buscándoles ansiosamente con nuestros ojos cada vez que se escondan.
Cada día entramos en un letargo que parece una muerte de unas horas hasta que los rayos del mayor astro celeste nos hieren los ojos y el aire gélido del alba que despunta nos llena los pulmones. Cada día morimos y resucitamos como muere el sol en la noche, como resucita la luna en su reemplazo.
Este es el hogar de todos nuestros conocimientos, amores y odios, de cielos e infiernos, de religiones y ateos. Este planeta es el estante de cuanto se tiene en mente.
El mundo parece más pequeño ahora que es más fácil llegar a cualquier lugar, ahora que las tierras inexploradas pueden conocerse por imágenes en cualquiera de los muchos medios de que disponemos. Pero no es más pequeño, es sólo que no tenemos tanto (o nada) por descubrir, sólo por conocer.
En mí hay ambición, pero no por llegar a la Luna o por conocer el planeta desde fuera. Toda mi ambición, todo mi deseo y todo cuanto quiero y anhelo, todos mis odios, mis temores, todo cuanto conozco está aquí, todo cuanto me calma se ve desde aquí, todo eres tú y estás conmigo.
Cada día hay un amanecer y un ocaso, hay un sol y una luna, que aunque a veces se escondan tras nubes brumosas o bajo una capa negra siguen mirándonos desde lo lejos. Y nosotros seguiremos buscándoles ansiosamente con nuestros ojos cada vez que se escondan.
Cada día entramos en un letargo que parece una muerte de unas horas hasta que los rayos del mayor astro celeste nos hieren los ojos y el aire gélido del alba que despunta nos llena los pulmones. Cada día morimos y resucitamos como muere el sol en la noche, como resucita la luna en su reemplazo.
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