Dos gatos
Que llegue un gato a una casa donde ya había otro viviendo es como si la empresa creciera y pusieran a dos personas a hacer el mismo trabajo, que haya dos jefes, como si llegara de repente otro sol para el planeta.
Es sentirse invadido, usurpado, traicionado por quienes miman y prodigan cuidados incesantes a la criatura recién llegada, sintiéndonos así en el olvido aunque no sea más que por celos. Cuando llega alguien como nosotros no sólo los sistemas de alerta que tenemos se activan, no sólo queremos atacar para defender nuestro territorio, también hay angustia porque tememos perder lo que hemos logrado.
¡Pero la mayoría de las veces no hay tal amenaza! Aunque se nos parezca, aunque sepa hacer las mismas cosas y sea tan alegre, tan gentil o tan aparentemente perfecto como creemos que somos, no hay tal. Nunca otra criatura podrá ser igual a nosotros: mejor o peor, pero nunca igual. Siempre podemos ser reemplazados en nuestras funciones, pero no en lo que somos.
Es bonito saber que alguien agreste, difícil, siempre a la defensiva, puede ser amoroso de vez en cuando y despertar el más profundo sentido de protección. Pero es más hermoso aún descubrir que podemos enamorarnos a primera vista de quien llega indefenso, pequeño, frágil, pero que es tan fuerte como para sobreponerse a la vida, aún cuando sus comienzos fueran más difíciles que cualquier otra circunstancia. Que podemos abrir el corazón y confiar, que podemos poner nuestra paz en juego con tal entrega simplemente con miras a ser feliz, a compartir, a descubrir que amamos y enamorarnos de nuevo de quien nos ha amado primero.
Que llegue un gato a una casa donde ya vive uno es difícil al comienzo, es interesante en medio del proceso, es satisfactorio cuando ahora son dos guerreros, cuando cada uno es la mitad del sol que alumbra el hogar.
Es sentirse invadido, usurpado, traicionado por quienes miman y prodigan cuidados incesantes a la criatura recién llegada, sintiéndonos así en el olvido aunque no sea más que por celos. Cuando llega alguien como nosotros no sólo los sistemas de alerta que tenemos se activan, no sólo queremos atacar para defender nuestro territorio, también hay angustia porque tememos perder lo que hemos logrado.
¡Pero la mayoría de las veces no hay tal amenaza! Aunque se nos parezca, aunque sepa hacer las mismas cosas y sea tan alegre, tan gentil o tan aparentemente perfecto como creemos que somos, no hay tal. Nunca otra criatura podrá ser igual a nosotros: mejor o peor, pero nunca igual. Siempre podemos ser reemplazados en nuestras funciones, pero no en lo que somos.
Es bonito saber que alguien agreste, difícil, siempre a la defensiva, puede ser amoroso de vez en cuando y despertar el más profundo sentido de protección. Pero es más hermoso aún descubrir que podemos enamorarnos a primera vista de quien llega indefenso, pequeño, frágil, pero que es tan fuerte como para sobreponerse a la vida, aún cuando sus comienzos fueran más difíciles que cualquier otra circunstancia. Que podemos abrir el corazón y confiar, que podemos poner nuestra paz en juego con tal entrega simplemente con miras a ser feliz, a compartir, a descubrir que amamos y enamorarnos de nuevo de quien nos ha amado primero.
Que llegue un gato a una casa donde ya vive uno es difícil al comienzo, es interesante en medio del proceso, es satisfactorio cuando ahora son dos guerreros, cuando cada uno es la mitad del sol que alumbra el hogar.
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