¡Quiero libertad!

Quisiera no haber leído mucho de la historia que ya ha pasado por mi mente, quisiera no haber aprendido a encerrarme voluntariamente en esta cárcel, quisiera ser libre así no encaje en ningún lugar, porque mi alma, mi espíritu, no se hicieron para estar resguardados en una caja de cristal, sino para descubrir y aventurarse, aún a riesgo de morir.

Cuesta hacerse a lo que se renunció en el pasado, cuesta recuperar lo perdido e ir más allá de lo que alguna vez se tuvo. Supone más esfuerzo abrir los ojos a la esencia que nos revistieron con el perfume ordinario de la represión y lo aparentemente bueno y correcto, es más difícil tratar de ser lo que nunca se nos permitió, lo que nunca supimos ni pudimos ser o lo que no quisimos por miedo.

Hace no mucho leí lo que había pasado en un día como hoy en el pasado y, ¡cómo cuesta encontrar algo que merite ser nombrado! Matanza de labriegos, ataques en guerras, atentado a un rey. Si tan sólo hubieran primado las letras, la música y la ciencia, la vida y la conciencia... Quizá por eso me cuesta encajar en un mundo que siento ajeno, donde todo el mundo impone límites y cercos como escudo, donde cuesta mirar alrededor y reconocerse parte de un todo, donde creemos ser lo más importante e inteligente mientras se atacan la mayoría de los ideales altruistas y se hace gala de palabras vanas para proteger el entorno que contrae su tamaño y capacidad como única defensa. En la mente de todos está un muro caído, pero hemos levantado muchos más para apartar lo que creemos que no nos merece o peor aún: que no nos sirve.

Mis palabras son escudo y bienvenida a la vez: no te alejarán porque no te quieran cerca, tú mismo habrás de alejarte si así lo deseas. Te propongo un trueque: tu letargo por mi libertad.

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