La vida es como un ponqué

Hacerse a una buena vida es tanto como hacerse a un buen ponqué. Y es bien sabido que, según dicen, nada queda bien hecho si no lo hace uno mismo...

No es sólo cuestión de hacerse a una buena vida como nos la pintan: conseguirse alguien con dinero o al menos en igualdad de condiciones, que respalde tener una vida con comodidades, alguien que supuestamente nos merezca. Podemos conseguirnos una buena y encontrarla deliciosa, como un buen pastel comprado de la vitrina de la mejor pastelería, pero nunca tendrá el sabor a gloria de lo que se hace por sí mismo, de lo que se logra para sí aunque quizá no requiera un desmesurado esfuerzo.

¿Por qué dejar en manos de otros las delicias que queremos saborear? ¿Por qué confiar a otros la elección de nuestros ingredientes? Sabemos que ya hemos recibido cosas o que hay algunas que forzosamente habremos de comprar, pero lo que nos falta para hacer el ponqué perfecto hemos de conseguirlo nosotros. ¿Quién más podría conseguir los huevos más frescos, la mejor mantequilla, la harina más blanca y apropiada? El azúcar ya la han hecho antes, pero aún podemos escoger la cobertura que queremos, el sabor de nuestro pastel, la magia que queremos en él.

Sólo nosotros sabemos cómo queremos hacer nuestra vida y la mía, como mi ponqué, aún está en proceso. Si queremos separar la mente del corazón como se separan las claras de las yemas para batirlas por aparte buscando más volumen, más seguridad, o si nos embarcaremos en la aventura de construirla enteros como somos, mezclándonos con una mantequilla y un azúcar ya batidas, llegando a un terreno que ya ha sido trabajado para recibir con agrado nuestro aporte.
En todo caso, siempre habrá algo (o alguien) que amalgame nuestra vida, que sea el complemento y la amalgama perfecta, lo que hacía falta: la harina. Y vendrán consigo las fragancias de vainilla, el perfume anaranjado de sus besos, la suavidad sedosa y voluptuosa de alguna especia escondida, el toque secreto de la vida.

Definitivamente, la vida es como un buen ponqué. También requiere la mejor compañía para alcanzar su mejor sabor.

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