Dádivas radiantes
En un día viví experiencias que me demostraron que realmente nada hay eterno. No es eterno echar de menos a alguien ni echar de menos un triunfo que se desea que preceda a otro. No es eterno el confinamiento ni la añoranza de un día bucólico lleno de verde, de naturaleza silvestre, de vientos monteses y corrientes sabaneras heladas llenas del tibio dorado de los rayos del sol.
Luego de tantos días a la sombra, mirando por la ventana el alba y el ocaso añorando sentir el frío vespertino en mis mejillas, esperando que mis manos tocaran la esmeralda de los prados, el momento tocó a mi puerta, y corrí ansiosa a hacerme a él para no dejarlo escapar, para tener en mí lo profundo del eterno firmamento, lo finito y natural, lo intangible y lo normal. Sentir de nuevo la fragancia de los pinos, ver un corderito recién venido a la vida, poder ver manantiales de agua pura aunque no haya podido tocarlos, fue reverdecer al llegar a un oasis de pureza.
No siempre hay que esperar que la gente llegue a ti. A veces hay que salir a buscar cuando se quiere hablar con alguien. Ayer volví a ti, amiga, y fue grata la sorpresa de saberme aún en tu mente, aún en tu corazón. ¡Fue tan satisfactorio saber de ti, compartir como antes! Sabía que te extrañaba, pero no cuánto. Gracias por permanecer.
Finalmente, las victorias vienen. Extrañamente soy un talismán, una suerte de amuleto para la gente, las cosas buenas llegan conmigo. Como lo dije antes, habrás de venir conmigo, habrás de quedarte para que tu vida siga siendo feliz. Sólo deseo que mis victorias y las que obtengas con o sin mi presencia, permanezcan, que se queden para todos dándonos una felicidad verdadera, una dicha duradera.
Luego de tantos días a la sombra, mirando por la ventana el alba y el ocaso añorando sentir el frío vespertino en mis mejillas, esperando que mis manos tocaran la esmeralda de los prados, el momento tocó a mi puerta, y corrí ansiosa a hacerme a él para no dejarlo escapar, para tener en mí lo profundo del eterno firmamento, lo finito y natural, lo intangible y lo normal. Sentir de nuevo la fragancia de los pinos, ver un corderito recién venido a la vida, poder ver manantiales de agua pura aunque no haya podido tocarlos, fue reverdecer al llegar a un oasis de pureza.
No siempre hay que esperar que la gente llegue a ti. A veces hay que salir a buscar cuando se quiere hablar con alguien. Ayer volví a ti, amiga, y fue grata la sorpresa de saberme aún en tu mente, aún en tu corazón. ¡Fue tan satisfactorio saber de ti, compartir como antes! Sabía que te extrañaba, pero no cuánto. Gracias por permanecer.
Finalmente, las victorias vienen. Extrañamente soy un talismán, una suerte de amuleto para la gente, las cosas buenas llegan conmigo. Como lo dije antes, habrás de venir conmigo, habrás de quedarte para que tu vida siga siendo feliz. Sólo deseo que mis victorias y las que obtengas con o sin mi presencia, permanezcan, que se queden para todos dándonos una felicidad verdadera, una dicha duradera.
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