¿Qué prefieres?

Más allá del tiempo que transcurre desde que nacemos, la vida se presenta como la unión del alma y el cuerpo, como el equilibrio y el orden en todo cuanto hacemos. Pero, ¿en qué se convierte la vida cuando todo es sólo lo que planeamos, cuando no dejamos ni un espacio a la magia de las sorpresas, al encanto de lo desconocido, a la vorágine que se dimana en nuestro vientre haciendo acopio de todas nuestras fuerzas?

He vivido tanto y tan poco a la vez, he recorrido y desandado tantos caminos y me quedan aún tantos por descubrir, que con los que me restan y con los que quisiera volver a recorrer alguna vez no cometeré el mismo error: no planearé todo lo que quiero hacer, no les miraré a los ojos ni endulzaré sus corazones con lisonjas ni construiré mi vida teniendo sus favores como pedestal. Desde ahora, aunque sepa qué quiero y cómo lo quiero dejaré que la vida traiga consigo más regalos para mí, permitiré que ponga en mis manos lo que antes no quise recibir, le abriré las puertas al aire de otoño cargado de fragancias y destellos de rubí.

Me ataviaré con los mejores ajuares pretendiendo que mis viejos jeans y mis decoloridas camisetas son el traje de gala para el baile de primavera, me cubriré de perlas y zafiros sabiendo que más que todo ello valen mis ojos de diamante y obsidiana. Les haré creer que he puesto sobre mí el perfume más caro y extraño del mundo a sabiendas de que es mi propia piel la que deja tras de mí la fragancia que buscarás de nuevo y anhelarás para siempre. Seré todo cuanto siempre he querido ser, seré todo lo que soy, seré lo mejor de lo que fui.

¿Qué prefieres: saberlo todo, conocerlo todo, planearlo todo? ¿O prefieres descubrirlo y redescubrirlo todo?