Ausencia
Hoy no hay ideas. Hoy no hay palabras, hoy no hay más que decepción.
Hoy todo estaba lleno de todo, pero en un abrir y cerrar de ojos, todo se llenó de nada.
Todo se ha llenado de aquel vacío que tanto temía, el velo se ha caído de mis ojos, de mi vida, se ha ido al piso todo cuanto creía.
¿Para qué insisto en refugiarme en el lugar más inseguro de todos, lejos de buscar protección en los baluartes que veo en mis sueños? ¿Para qué quiero quedarme?
En realidad, en este encierro, me obligo a demoler o traspasar, en mi imaginación, las escasas paredes que me rodean.
Cada alba y cada ocaso las derrumbo con todas mis fuerzas para ser libre, pero al despertar ya han vuelto a crecer, como ramas de enredadera que lejos de dar sombra sólo estrangulan hasta matar. Pero soy más fuerte que ellas, y aunque hayan crecido sobre mí, no permanecen.
Contéstame: ¿Sirve de algo mirar al horizonte con esperanza si nada hay perfecto como lo imaginamos? ¿Por qué en ti contienes todo cuanto amo y todo cuanto es repulsivo para mí? ¿Cómo quieres que no me decepcione si nunca antes habías mostrado tu cara oculta? ¿Cómo pretendes que acepte tu cara así, llena de manchas, de tejidos putrefactos, de emanaciones hediondas que juraste no tener?
Con todo y eso, aquí me quedo, porque tengo la esperanza de poder, algún día, tomarte de la mano y besarte justo ahí, en tu mejilla putrefacta, en el medio corazón que yace muerto en tus entrañas.
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